Es una cuestión de estilo:
Davis y Crawford jamás se echaron en un ring de lodo a pelear sus diferencias.
Eran otros tiempos y el estilo de conflicto (especialmente entre mujeres) era
más transversal y menos directo, pero eso es precisamente lo que hace esa
rivalidad particular tan fascinante: pasarse décadas echándose puntas una a la
otra, una de forma más directa que otra (Bette Davis se ensaña bastante y es
una de las razones por las cuales es una de mis divas preferidas, como ya lo dije por acá hace bastante tiempo), expandiendo esa misma animosidad, cero
rollos, tanto dentro como fuera de la pantalla (por lo cual es divino ver What Ever Happened to Baby Jane?, ese
thriller-novelón tan deliciosamente cutre con las dos ya llevadas por los años de mala vida).
Otro ejemplo, ligeramente
posterior aunque muchísimo más duradero (venga, que todavía continúa) es el de
las de Havilland: Joan Fontaine y Olivia de Havilland, hermanas estrellas de
cine de los cuarenta, ambas muy populares ganadoras del Oscar, y ambas reñidas
desde hace mucho más de medio siglo. Se dice que nunca se llevaron muy bien y
que la cosa empeoró cuando ambas fueron nominadas al Oscar por Mejor Actriz el
mismo año y fue Joan quien se llevó al calvito brillante, momento en el cual
sus relaciones se terminaron de ir por el caño. Cabe destacar que esto pasó en
1942; estamos en el 2013 y no sólo las dos siguen vivas y ya bordeando el siglo
(Olivia nació en 1916 y Joan en 1917) sino que las hermanas incluso hoy no se soportan.
Llamémoslo dedicación, eso de tener
una relación familiar conflictiva de casi un siglo… y eso es, precisamente, lo
que ya no pasa. No es cuestión de que sea realmente admirable (aunque digo yo
que algo de notable tendrá que dos personas sean así de tercas por tanto tiempo),
pero el hecho es que, con esa clase y mística que rodeaba a las viejas divas
del cine, ese tipo de situaciones es irrepetible: lo que nos quedan son los
zarpazos de niña tonta de una Amanda Bynes llevada por las drogas, que no sabe
escribir bien y cuyo insulto más pesado es decirle “fugly” a quien le caiga mal ese día.
Desafortunadamente, ese tipo
de clase (incluso para situaciones tan base como el odio) es una de esas cosas
que el viento se llevó de esos grandes estudios de Burbank, California. En esta
nota, dejo mi cita preferida de Joan Fontaine acerca de su hermana: “Me casé
primero, gané el Oscar antes que Olivia y, si muero antes, ¡seguro quedará
lívida porque lo hice antes que ella!” *
*Joan sí murió antes. Olivia, en marzo del 2017, sigue viva y tiene 100 años de edad.