Cuéntoles una de guerrilleros y vaqueros

lunes, 26 de julio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 17:12

No se necesita ser experto en la materia para saber que el plano diplomático venezolano ha ido en decadencia durante los últimos años. La diplomacia es una carrera que requiere de ciertas cualificaciones obvias: entendimiento de la dinámica internacional, conocimiento en derecho de tratados, dominio de al menos alguna lengua extranjera y capacidad de ser elocuente de manera racional y diplomática. Por no agregar una necesidad evidente de formación académica, preferentemente en el área internacional. Cualidades que, sin miedo a caer en la ofensa, el actual canciller de la República, Nicolás Maduro (con experiencia curricular como conductor de metrobús y sindicalista sin educación universitaria) no posee.
Se podría decir, de hecho, que el último representante de la vieja guardia diplomática venezolana, con formación y carrera, es el actual embajador del país en la OEA, Roy Chaderton Matos, con una trayectoria de más de cuarenta años en la que ha sido, entre muchas otras cosas, embajador en México, Colombia, Canadá, Francia, Noruega, en la ONU e incluso canciller de la República. Carrera que fácilmente podría haberse venido abajo con una sola actuación: durante el discurso del jueves 22 de julio de 2010 en la sede de la OEA.
El hecho es que, frente a acusaciones que no tenía cómo refutar aparte de marcarlas como “mentiras” – cosa que hizo, claro, durante los cinco primeros minutos de un discurso que parecía extenderse hasta el infinito y más allá – no quedaba otra que irse por el camino probado y comprobado del gobierno venezolano actual: el de las cortinas de humo. En una disertación extensísima en la que pasó de las lecciones de historia (hablando de los sesenta años de guerrilla colombiana, del IRA irlandés, de la guerra franco-algeriana), a las referencias a clásicos de Hollywood (hablando de High Noon de Gary Cooper para ejemplificar el venezolanismo de “cuéntame una de vaqueros”) y mencionando finalmente a “Paulito”, el sobrenombre que dice se le da en España al octópodo que predijo que la selección ibérica se llevaría la copa FIFA del mundo en el 2010.
Una representación obvia de la famosa elocuencia diplomática de hablar más y decir menos; aunque en esta ocasión el tiro haya salido por la culata, cuando todos los espectadores se quedaron en una pieza mientras más lejos se iba el embajador del punto que estaba siendo tratado.
La cuestión no pareciera tener ningún sentido aparte del de alarmar a la población venezolana: algo tiene que estar terriblemente mal en el país cuando nuestro representante ante la principal organización regional tiene que recurrir a hablar de Paris Hilton y del Pulpo Paul en su discurso de defensa frente acusaciones de apoyo a grupos terroristas.

El que fracasando, triunfa

martes, 13 de julio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 0:31
Él no gana. No gana porque no tiene por qué ganar. No gana porque está por encima de la victoria, porque la mira con el más ligero desprecio, alza las cejas y le tira un cigarro a los pies.
No gana porque estamos en noir, porque él es el noir, y en el noir sólo ganan la noche y los grises.
No gana, señores, porque su fracaso es magnífico. Porque si esa gabardina no hubiera desaparecido en la neblina, nadie se acordaría de Marruecos en la segunda guerra.
Humphrey Bogart es el más noble de los infelices, de los fracasados; la alta alcurnia de la rata callejera que sobrevive cualquier holocausto nuclear, con un cigarro, una sonrisa cínica y pidiéndote una moneda, porque es americano y ha caído en desgracia… o pregúntele usted a Bugs Bunny.
A veces pareciera ganar, eso sí, pero se ve forzado o, al menos, no muy duradero. Ganó a la Hepburn (a ambas de ellas) y a la Bacall la ganaba siempre (sin haberla tenido nunca). Pero mientras, se le voló el gran pájaro, le dio pelea a Bette Davis, y lo volvieron loco el oro y el motín.
Perdió mil veces y fracasó en niveles inimaginables… y por eso, trasciende. Por eso es Bogart, por eso se defiende su honor y su gabardina con una sombra de La Marseillaise cantada a coro por docenas de europeos en exilio en África. Here’s lookin’ at you, kid.

Lo que ve uno en un fin de semana largo

jueves, 8 de julio de 2010 - Publicado por BabeDeJour en 1:11


Quiero decir cuánto me maravilló la Belle de Jour de la Deneuve, cuán deliciosa me pareció la relación entre represión e instinto del personaje y cómo me hizo recordar mis clases acerca del surrealismo en Corrientes Literarias, y a la Nadja de André Bretón. O cómo pensaba, cuando veía alguna de las escenas de fantasía sexual, que era tan freudiana la cosa que daba hasta miedito.

También quiero escribir acerca del encanto férreo y la potencia actoral de Tony Leung en Lust, Caution, y ofrecer como pedazo de trivia que su actuación fue basada parcialmente en una combinación de personajes fílmicos maravillosos y machísimos, como son el de Brando en L'Ultimo Tango a Parigi, el de Bogie en In a Lonely Place y el de Burton en Equus. Por no dejar de lado la precisión divina, divinísima, de la película como un todo, aparte de ser una fase de la Segunda Guerra que uno no ve a menudo en cine - se me ocurre, si acaso, ese debut de Christian Bale en Empire of the Sun. Por otro lado y dejándolo de último por ser lo más sabroso: qué sexy, qué deliciosamente dañina es esa relación entre el personaje de Leung y Wei Tang (estas relaciones que siguen siendo de película aún cuando consuman a la vida real)

Y claro, como siempre, quisiera decir que el genio de Orson Welles es ilimitado, que su presencia en una escena mejora cualquier película y que su Falstaff bonachón en Campanadas a Medianoche es ese viejito bandido que siempre has querido ser cuando tengas esa edad. Aparte de que quisiera dejar bien en claro que Guillermo Cabrera Infante pasaba por un extraño caso de demencia al afirmar que Welles era uno de los peores actores jamás filmados, tsk, tsk (y se los juro que sí lo dijo, sí señor; revísese usted "Orson Welles, un genio demasiado frecuente", ensayo que aparece en Arcadia todas las noches).

Quisiera escribir todas esas cosas y muchas más que ahorita no se me ocurren, pero sucede que soy una enamorada tímida y cuando tengo en frente una hoja en blanco para hablarle de cine, se me enreda la lengua, me pongo roja y pienso que cualquier cosa que diga va a salir mal. Así que sólo díganle a su DVD que yo mando a decir que no pueden pasar otro minuto de su vida sin ver las tres películas maravillosas que vi en casa este fin de semana largo: Belle de Jour de Luis Buñuel, Lust, Caution de Ang Lee y Campanadas a Medianoche de Orson Welles.