No me gustan los buenos de la película. Me aburren
terriblemente los personajes heroicos, sin defectos, que ven lo bueno de todo
el mundo. Los pocos héroes que me atraen lo hacen porque son un guiño constante
a cosas que se le escaparían al paladín habitual; el ejemplo perfecto de mi
tipo de heroísmo vendría siendo Rick Blaine en Casablanca, de donde he modelado buena parte de mi sentido del
humor y sentido del bien y el mal (por usar un término en el que nos podamos
encontrar todos a medio camino, aunque sea cursi hasta la médula).
Soy fanática de las películas de princesas de Disney
que vi mil veces en la infancia, pero es muy raro que una de las recientes me
guste (con la excepción de Tangled),
supongo que he superado la etapa cuando no incluye la emotividad de los
clásicos de la infancia. Eso en cuanto las princesas… pero las villanas sexy de
Disney siempre me han encantado. La Reina Malvada de Blanca Nieves fue uno de
los terrores de mi infancia, sin duda, pero ya de grande me he notado cada vez
más proclive a rodearme de detalles que tengan que ver con ella.
Sí, me gusta el merchandising
de Disney. Déjenme.
Ahora, de un tiempo para acá se ha visto una nueva ola
de recrear cuentos de hadas y adaptarlos a otras posibilidades. Desde Wicked en Broadway hasta Shrek en el cine, pasando por The Brothers Grimm, Once Upon a Time y otros tantos ejemplos, era cuestión de tiempo
que llegáramos a los refritos directos de las adaptaciones clásicas de Disney.
Hace no muchos años pasaron en cines dos readaptaciones de Blanca Nieves que ni
siquiera me molesté en ver (la premisa de Snow
White and the Huntsman me parecía ridícula: ¿qué clase de espejo idiota diría
que Kristen Stewart es más hermosa que Charlize Theron?), y este año le tocó el
turno a la villana más aterrorizadora del catálogo Disney: Maléfica.
Aunque La Bella
Durmiente nunca fue mi película preferida de Disney, Maléfica siempre me pareció por mucho lo mejor de
la historia. Era una mujer con pinta de modelo y hecha de maldad pura, sin
motivación aparente para sus acciones aparte de no haber sido invitada a una fiesta, dueña de una
magia tan poderosa que pudo llevar a una adolescente a caminar con paso ligero directamente hacia la perdición segura. Cuando vi el tráiler de la nueva versión, en el que se haría una
historia desde el punto de vista de Maléfica, lo admito: me emocioné como una
niña de siete años… y quizá, de haber tenido esa edad, hasta la hubiera disfrutado.
Maleficent no es en una mala película. Todo lo que está
relacionado con el arte es maravilloso, como sacado de las últimas fantasías
creativas de Tim Burton; los efectos especiales son hermosos; la
adaptación de ¨Once Upon a Dream¨ con la
voz de Lana Del Rey es tanto hermosa como inquietante… y la actuación de Angelina
Jolie es la perfecta personificación de la villana animada. El
problema yace en que ahí termina el deseo de construir con base al personaje:
la Maléfica del 2014 tiene poco o nada que ver con la de 1959. Entré a la sala
de cine buscándole profundidad a la mujer cuya ira fue tan grande que fue capaz
de destrozar un reino… y me encontré con una víctima incomprendida.
No. Me. Jodas.
Aunque Maleficent,
como película, sea un esfuerzo importante por lograr una heroína Disney atípica
al arquetipo de la princesa indefensa, no es la Maléfica que conoce quien
creció viendo Sleeping Beauty. Es una
mujer con poder que fue injuriada (con un paralelo muy evidente a la violación
como medio de represión de parte de un hombre codicioso de poder), que decide vengarse y, al notar la irracionalidad de su reacción inicial, termina redimiéndose. Sin duda es una historia loable por tratar una
perspectiva distinta a la perenne búsqueda de Disney de mantenerse en un universo en el que no pasa nada malo... pero no es la historia de Maléfica. ¿Por
qué irrespetar a tu figura villanesca más icónica, Disney?
Lo que le faltó a Maleficent
fue, básicamente, cojones. No es fácil ponerse en los zapatos del villano y
hacerlo lo suficientemente interesante como para dejar prendado a tu público, y
mucho menos cuando tu target son
niños entre siete y doce. Tampoco espero que el guionista ponga a Maléfica vendiendo metanfetaminas o desollando gente, pero
también hay que tomar en cuenta que la nueva película cambia completamente la perspectiva de la historia. Mientras
en 1959 Maléfica era la mujer con el sentido de la cortesía más extremista del
mundo, en el 2014 es una mujer que al recuperarse de una agresión toma venganza
en la familia de su violador. El rey Stephan, quien fue el ofendido en 1959 hoy pasó a ser el
victimario y de la forma más salvaje. Así, ¿cómo se supone que queda la figura de la nueva heroína? ¿Nos
toca poner a Maléfica en el panteón de las princesas, para retribuirle
cincuenta y cinco años de tratarla mal y ¨no entender su situación¨?
¿No era más fácil crear un personaje nuevo con esa
historia en vez de ponerle un punto rojo a un personaje ya establecido, por demás base de la mitología Disney como un todo? Ay,
Disney. Por eso es que los niños grandes ya no quieren jugar con vos.