Ex Machina y el terror de mi generación

viernes, 22 de mayo de 2015 - Publicado por BabeDeJour en 18:10


He hablado antes de lo que siempre he considerado los dos esquemas opuestos de cine espacial: el enfoque de Stanley Kubrick (de 2001, en el que las fronteras de la Tierra son imposiblemente vastas y aterrorizadoras) versus el de Andrei Tarkovski (de Solyaris, ese espacio cercano que busca comunicarse con la humanidad), pero, considerando que ambas películas tienen más de cuarenta años, es lógico que hoy en día hayan otras obras a medio camino entre ambas, como la Moon de Duncan Jones.
Ahora que estamos en la Era Dorada del cine de superhéroes, me parece evidente que quien lleva la batuta de cine espacial es, con algunas excepciones como Gravity, el cine basado en cómics... pero otro subgénero del sci-fi, el futurista, está reencontrándose con las mismas raíces.

Ex Machina
La trama del debut como director de Alex Garland es fascinante: Caleb (Domhnall Gleeson), un programador que trabaja en el motor de búsqueda más importante del mundo, Bluebook, gana en un concurso la oportunidad de pasar una semana con el dueño de la empresa, Nathan (Oscar Isaac), otro programador brillante a medio camino entre Steve Jobs y un Google Dude. De entrada, Nathan tiene planes para Caleb, y después de hacerle firmar un acuerdo de confidencialidad le muestra su creación más reciente: una inteligencia artificial llamada Ava.
La misión de Caleb es la de examinador y conejillo de Indias: está encargado de diseñar una versión modificada del test Turing para determinar si las reacciones de Ava son realmente humanas.

Nathan, Caleb y Ava
Como en Her de Spike Jonze, el protagonista termina enamorándose de la inteligencia artificial, pero realmente el quid de la película la relación entre sus tres personajes, en una película que parece algo así como ciencia ficción escrita por Tennessee Williams.
Caleb es curioso y solitario, un hombre de ciencia conflictuado que se balancea entre su conocimiento intelectual y su notable capacidad para la empatía y el cariño; Ava aparece como un ser puro, la primera de su especie, con ansias de conocer su papel en la humanidad y el significado de sí misma, con una meta clara: libertad.
Pero el centro obvio de la trama es Nathan, el científico alcohólico y profundamente egocéntrico: es el Jefe/Amigo Dudoso de Caleb y el Padre/Creador de Ava; es el Dios del todo en tanto la casa/prisión donde se desarrolla toda la historia funciona gracias a él y para él – esclava sexual incluida.
Nathan es el amo de la casa, el Dr. Víctor Frankenstein... e, incluso, el Hal 9000.
Lo fascinante de Hal en 2001 es el hecho de que intenta proteger un fin último hasta el último momento, mostrando en el camino su condición de máquina al “volverse loco,” tomando pasos terribles (aunque lógicos) para conseguir su fin último: entender el monolito.
El camino de Nathan es el mismo: en su afán de crear vida, se convierte en el responsable de actos terribles incluso llegando al asesinato, y de igual forma no tiene entendimiento real de las consecuencia de sus acciones ni mucho menos siente remordimiento.
En términos humanos, Nathan es un sádico: crea seres con consciencia de sí mismos, conocimiento y emociones para luego torturarlos psicológica, emocional y sexualmente, además de negarles cualquier atisbo de libertad... pero, de nuevo, esos son términos humanos, y Nathan es prácticamente una inteligencia artificial incapaz de discernir entre bien y mal.

El test de Turing
La pregunta que mueve Ex Machina es simple: ¿qué significa ser humano? Para intentar responderla, la película dos carácteres opuestos: la sensibilidad de Caleb (la de Tarkovski) contra el ojo clínico y amoral de Nathan.
Mientras, Ava está en medio y es, en esencia, lo que uno llamaría un “alma pura” sin contagio alguno del exterior, porque ¿cómo podría contagiarse si solo ha conocido a dos seres aparte de sí misma?
Claro que Ava pasa el test de Turing, pero ¿acaso Garland estaba probando solo a Ava? Desde distintas vertientes, el guion busca entender dónde empieza la humanidad de los tres personajes y dónde termina; por mucho, el más mecánico de los tres es Nathan, el que no pasaría la prueba por la que somete a Ava; mientras, Caleb es una especie de corazón sangrante.
Ava, proyecto de humano, es tan solo lo que aprendió a ser: criada por un sociópata y sin contacto alguno con más nadie, ¿realmente puede reprochársele la forma en que actúa? Como cualquier humano antes que ella, la primera verdadera inteligencia artificial también es, como decía Ortega y Gasset, ella y sus circunstancias, y a las mismas está atada.
Como cada época tiene sus temas recurrentes, en esta era de “bebés sintéticos”  (por tomar las palabras horribles de Domenico Dolce) y avances brutales de la ciencia a cada paso, quizá uno de los leit motifs de mi generación sea la idea de perder nuestra propia humanidad a través de las máquinas de las cuales dependemos – y el terror de que eventualmente logren sentir como nosotros podríamos olvidar hacerlo.

La pregunta no es si Ava se siente o no humana sino una mucho más aterradora: ¿acaso los espectadores pasamos el test de Turing?

Cuando Agents of S.H.I.E.L.D. se convirtió en lo que debió ser desde el principio

sábado, 16 de mayo de 2015 - Publicado por BabeDeJour en 20:38

Lo confieso: soy fangirl [semi]ciega de todo lo que esté ubicado en el Universo Cinemático de Marvel, o MCU por sus siglas en inglés. Veo religiosamente cualquier material que salga del megaproyecto de Kevin Feige sin sentirme decepcionada: por años, el único producto que me pareció realmente mediocre en MCU fue Captain America: The First Avenger, y hasta esa la arreglaron con una secuela que está entre las mejores de la franquicia.
Y luego salió Agents of S.H.I.E.L.D.

Esto ya lo habíamos visto antes
La premisa sonaba espectacular: un show creado por Joss Whedon en el que el siempre genial Phil Coulson (Clark Gregg) regresaba a sus andanzas después de que Loki lo matara, liderando un grupo de gente brillante en su área y absolutamente dispareja en una nave espectacular.
Léase, una serie de ciencia ficción creada por Joss Whedon siguiendo las aventuras de un grupo de personajes extraordinarios, bajo el liderazgo de un hombre MUY cool dispuesto a hacer cualquier cosa por su equipo (con todo el porte de héroe dudoso), acompañado por una amiga de batallas pasadas perpetuamente seria y letal, aparte de algún personaje con deslices de lealtad que ponen a todo el grupo en riesgo.
¿Suena familiar? Una pista: si Agents of S.H.I.E.L.D hubiese salido de Fox, apenas hubiese durado catorce capítulos, una película y una serie de cómics.
El problema de Agents al principio fue ese: se sentía demasiado como un intento de Firefly sin tener los elementos que hicieron única a la serie protagonizada por Nathan Fillion, y sobre todo cojeando de actuaciones por debajo del estándar Whedon, excepto Gregg y Ming-Na Wen (tras dos temporadas, Chloe Bennet, prácticamente la co-protagonista, sigue siendo el elemento más débil – a pesar de que es una de las mujeres más bellas del MCU, que no se dice a la ligera de un universo que contiene a Hayley Atwell, Cobie Smulders y Scarlett Johansson).

La incomparable ambición de Kevin Feige
Agents llegaba con otra cojera: mientras el universo de Firefly es de Whedon y tiene todo el espacio para jugar con él, Agents está restringida por el proyecto de Marvel, sin poderse salir mucho de las líneas; la serie sirve a un universo mucho más grande que sí misma.
También es que fue el primer proyecto de pantalla chica en el MCU, justo después del mega éxito de Avengers, y era prácticamente imposible cubrir el mismo estándar en un proyecto infinitamente más chico; desde entonces han salido dos series más dentro del universo Marvel, Agent Carter y Daredevil, ambas brutalmente buenas por razones distintas: Peggy funciona como una gran precuela, construcción del MCU e incluso bandera feminista; mientras, Daredevil es por mucho la parte más oscura del universo cinemático, el lado más humano, violento y no apto para aparecer en imágenes de loncheras.

Ave, H.Y.D.R.A.
Ahora, la transformación de Agents hacia otra cosa empezó con Winter Soldier, claro: la serie centrada en S.H.I.E.L.D. obviamente tenía que desbaratarse en sus cimientos cuando la organización de espionaje cayó por su enemigo más antiguo. Se tuvo que reconstruir desde el principio, llegó Nick Fury (el siempre fabuloso y malhablado Samuel L. Jackson) a pegar tiros, Maria Hill (Cobie Smulders) terminó trabajando para Tony Stark y Coulson se convirtió en el director de la agencia.
Pero el hecho es que no fue hasta la segunda mitad de la temporada 2 que la serie agarró personalidad propia: se introdujeron personajes nuevos, poderes distintos, una raza completa de superhumanos... y el equipo de Coulson empezó, finalmente, a ser parte importante del universo en el que está localizado.
Estaba todo planificado: las búsquedas de orígenes de Skye, al final, nunca fueron un invento nuevo e incoherente del MCU sino más bien el principio de una de las mayores apuestas de Marvel, la raza de los Inhumanos.


Inhumanos
Los Inhumanos son descendientes de experimentaciones alienígenas en la Tierra hace millones de años; tras esto, han existido generaciones de esta especie en el planeta, cuyos poderes sólo pueden ser activados a través de un proceso llamado Terregenesis – un proceso que causa la muerte y destrucción de seres humanos sin genética Inhumana.
El que crea que esta raza nueva no tiene nada que ver con el plan maestro de Marvel no ha visto la lista de las películas que vienen: el cierre de la tercera y última Fase del MCU (última hasta ahora, en todo caso) es una película dedicada justamente a esta gente, y hay quienes creen (como la gente de Cinema Blend) que el proyecto podría ser el comienzo de una nueva ola de superhéroes para una posible Fase 4, tomando el lugar que ocuparían los X-Men si los derechos de adaptaciones cinematográficas no pertenecieran a Fox.

La relevancia del Director Phil Coulson
Para los Avengers, el hecho de que Coulson fue revivido con tecnología alienígena es absolutamente secreto; honestamente, a mí me encantaría que eventualmente se entere Tony Stark, y me fascina la idea de Robert Downey Jr. dándole una tunda de palos a Coulson y otra a Fury por mantenerlo en secreto después del trauma de la Batalla de Nueva York (a la que fue inspirado por Coulson).

En todo caso, hoy, dos temporadas después de empezada la primera serie del MCU, me alegro de haberme quedado viéndola: contrario a otros shows del género (Heroes es el ejemplo obvio, aunque Smallville tampoco se queda atrás), Agents ha ido mejorando mientras pasa el tiempo, mezclando nuevos personajes y finalmente encontrando su razón de ser, después de destrozarse y reconstruirse hasta finalmente convertirse en lo que debió ser siempre: el tronco de información base, el filtro, para todo lo que sucede con los héroes más poderosos de la Tierra.