miércoles, 22 de julio de 2020 - Publicado por BabeDeJour en 0:21
Why do you write like you're running out of time?
Write day and night like you're running out of time?
[...]
How do you write like tomorrow won't arrive?
How do you write like you need it to survive?
How do you write every second you're alive?
Every second you're alive?
Every second you're alive?
("Non-Stop", Hamilton)
Siempre que oigo esta canción, la última del primer acto de Hamilton, siento que es conmigo. Lo único que he hecho en los últimos ¿cuatro, seis? años es escribir. Todo el día estoy detrás de una pantalla leyendo e investigando o de plano tecleando. Heredé la mano de bestia gallega de mi padre, que teclea como si quisiera que los dedos le sangraran: a mi teclado ahora le falta la T y tiene flojas la R, la I, la Y y la que denota ‘?.
Todo el día estoy escribiendo. Escribo a horas locas, absurdas. Me siento en la computadora mientras me lo permite el gato o cuando mi cerebro decide dejarme entrar. Cuando no estoy sentada escribiendo igual me paso todo el día construyendo frases, formulando juegos de palabras, a veces conmigo misma y a veces invitando también a mi gente cercana.
El problema es que lo que escribo muy rara vez es mío. Se me derraman las ideas en copy balurdo de cosas que, la verdad, no le importan a nadie. Hace unos meses comentaba con otro amigo creador de contenido que el drama de este oficio es que te roba tus palabras: se las das a alguien más y cuando tienes tiempo para ti ya no te queda energía. Consumes más de lo que creas, porque ya creaste, aunque sea de otro.
Entonces cumple uno 30 y se pone existencialista. ¿Y qué pasó con las cosas que me gustaba hacer y lo que producía al respecto? La verdad es que sigo disfrutando de lo mismo. Sigo consumiendo cultura pop a niveles obsesivos. Me emociono tanto con un nuevo descubrimiento como cuando empecé a tomarme en serio y ser selectiva con las cosas que veía, por allá por los años 1600. A los 30, el descubrir una gran pieza de entretenimiento, serie o película, me sigue pareciendo un acto casi milagroso, una conexión con las cosas lindas de la vida.
Pasa que busco mi blog en la barra de direcciones y ya no lo recuerda. Pongo la dirección a mano y veo la fecha del último post: junio del 2017. Hace más de tres años. Siempre me costó ser constante pero en algún momento se me atravesó la vida y esencialmente dejé de hacer el esfuerzo. Es un coñazo, pero es lo que es.
Hoy me senté a escribir algo por mí, para recordarme por qué escribo, por qué tomé la decisión de trabajar en esto. Claro, todavía no sabía que estaba dando mis palabras como le dio Ariel su voz a Úrsula.
Estoy muy vieja para comprometerme a escribir (para mí) con una constancia que no he tenido nunca. Lo más que puedo hacer es sentarme a escribir esto y luego otro día sentarme a escribir lo siguiente y lo siguiente y lo siguiente.
How do you write like you’re running out of time?
Write day and night like you’re running out of time?
jueves, 29 de junio de 2017 - Publicado por BabeDeJour en 20:44
Mientras, de nuevo, me gusta casi todo lo que veo en TV, no todo me parece absolutamente extraordinario. Hay series que disfruto muchísimo pero con las que quizá no conecto tanto, o no me parecen particularmente rompedoras, o de plano no soy el espectador-objetivo; en fin, qué sé yo.
Pero también hay que ser muy quisquilloso para dedicarse solo a ver cosas que te cambien la vida, ¿no? Así que acá algunas series que veo, que me encantan, que recomiendo hasta el final de los tiempos, pero que no necesariamente van a convertir a nadie en un iluminado, lo cual está perfectamente bien.
Los retornos
Unbreakable Kimmy Schmidt (2015). Temporada 3.
Todo amante de la cultura pop debería estar viendo Unbreakable Kimmy Schmidt. Salida de la cabeza brillante de Tina Fey, Kimmy tiene la particularidad de ser una de las series más divertidas de la televisión a pesar de salir de un concepto hiper traumático: Kimmy (Ellie Kemper) está empezando su vida adulta en New York… después de haberse pasado casi 20 años encerrada en un búnker en Indiana, secuestrada, con tres otras mujeres, por un loco hiperreligioso de estos que dicen que el mundo se va a acabar.
Bajo la excusa de mostrarle a Kimmy todo lo que se perdió en sus años en el búnker, la serie está cargada de referencias pop, desde lo más icónico hasta los detalles más rebuscados, incluyendo chistes acerca del número real de gemelas Olsen y la eterna confusión entre hashtag y hash brown. Kimmy es imposiblemente alegre e ingenua, lo que crea un contraste perfecto con personajes como su casera neoyorquina y curtida por la vida (Carol Kane) y mejor amigo talentoso, ridículo y fabulosísimo a partes iguales (Tituss Burgess).
La tercera temporada de Unbreakable Kimmy Schmidt es quizá la más floja, pero no le quita los muchos grandes momentos, casi todos de la mano de Titus Andromedon, que en lo que a mí respecta es el personaje más cómico de la televisión. También trajo algunos nuevos personajes de la mano de actorazos como Laura Dern, Daveed Diggs y Kenan Thompson, así como el retorno de algunos de los mejores personajes recurrentes, como Fey regresando a su papel de la psiquiatra Dr. Jekyll/Mrs. Hyde y el guapísimo e injustamente cómico Jon Hamm como el Reverendo.
Pros: Tituss Burgess es un regalo de Dios a la humanidad, y ya se está volviendo absurdo que no le lluevan Emmys por este papel; como siempre, los momentos más deliciosos de la temporada se los lleva Titus, desde una audición incómoda a Plaza Sésamo hasta su encuentro con Dionne Warwick (Maya Rudolph) y, por supuesto, su homenaje a Lemonade de Beyoncé.
Cons: Creo que me he acostumbrado al tipo de humor de Kimmy, porque aunque la temporada me divirtió un montón, ya no se siente como esta serie rompedora y absurda de los primeros días. Ahora, para quien la está viendo desde el principio, no dudo que sea al menos igual de divertida que las temporadas anteriores.
Girls (2012). Última temporada (6).
Tengo una relación compleja (y claramente unilateral) con Lena Dunham. Me parece que como escritora es profundamente talentosa, aunque quizá no tanto como ella cree serlo; e igualmente me parece que como persona es la personificación de la figura de la mujer blanca privilegiada, y cada vez que leo alguna noticia en la que está involucrada, termino arrechándome (la última: cuando dijo que le gustaría haber abortado para entender mejor la experiencia, ARGG).
Ahora, eso no le quita el arte a Girls, su creación en HBO, y no es casualidad que sea una serie fundamentada profundamente en la malcriadez inherente al privilegio de la mujer blanca (y rica) norteamericana, a través de sus cuatro protagonistas: Hannah (Dunham), Marnie (Allison Williams), Jessa (Jemima Kirke) y Shosh (Zosia Mamet). Con Girls, Dunham y su equipo (que incluye a Judd Apatow, como todo) lograron reflejar lo peor de mi generación: estas cuatro mujeres creídas de Brooklyn son básicamente todo lo que los Baby Boomers dicen de los millennial.
Seguro que muchos padres y tíos que creen que todos los que nacimos en los 80 y 90 realmente somos como ellas, el gran triunfo de Girls no es reflejar una generación, sino elevar a comedia sus matices más ridículos, desde adentro. De hecho, es un crédito a Dunham que la serie sea tan precisa en su burla millennial, particularmente considerando que cuando su creadora realmente está (al menos públicamente) tan imbuida en su propia vida privilegiada como sus personajes.
La última temporada de Girls cerró el círculo de la mejor forma posible: con la posible esperanza de crecimiento. Después de seis temporadas de ver a estas mujeres tambaleándose por la vida en un estado de autodestrucción y dejadez perenne, pareciera que, aunque sigan siendo cuatro personas horribles y probablemente lo sean hasta el final de los tiempos, al menos están encaminadas a la estabilidad dentro de su propia locura.
Girls concluyó su arco para terminar de convertirse en lo que siempre fue: una coming-of-age story, o una historia en la que los personajes pasan de la niñez (en este caso sobreextendida) al mundo adulto. Con el agregado profundamente realista de mostrar, cosa rara en series centradas en grupos sociales, que las relaciones interpersonales no siempre sobreviven a las elecciones de vida: a veces las conexiones se pierden y los lazos se debilitan, incluso cuando todavía se den like en Facebook.
Siguen algunos SPOILERS.
Pros: El cierre de ciclos: cuando se acabó la serie, no quedaron relaciones al aire. La actuación de Dunham: después de cinco temporadas de nunca llegar a los cues emocionales, en esta finalmente estuvo a la altura. Todo el arco de Ray (Alex Karpovsky). “Goodbye Tour,” el penúltimo episodio de la serie (y el final real: “Latching” es prácticamente un epílogo), es una culminación perfecta a la relación entre las cuatro protagonistas; lo mismo puede decirse de “What Will We Do This Time About Adam?” en cuanto a la relación romántica principal de la serie.
Cons: Escribir que la forma de “crecer” de un personaje (femenino, sobre todo) sea a través de tener un hijo ya es tan común que se ha vuelto cliché, y honestamente me parece una forma facilista de resolver la malcriadez eterna de Hannah. Sin embargo, considerando que es una serie co-producida y co-escrita por Judd Apatow, a quien el tema claramente le importa lo suficiente como para hacer una película entera alrededor de esta idea, el uso de esta historia es un poco más perdonable.
Rick and Morty (2013). S03E01: “The Rickshank Redemption”
El único episodio que ha salido de la tercera temporada de Rick and Morty fue la salvación después de ver algo emocionalmente agotador. Cartoon Network sacó “The Rickshank Redemption” el primero de abril, en April Fools, la versión angloparlante del Día de los Inocentes, porque ¿cuándo más iban a hacerlo?
El episodio, que trata de cómo Rick (voz de Justin Roiland) obviamente se escapa de la prisión espacial en la que quedó al final de la segunda temporada, traduce a media hora de risas histéricas, con la misma mezcla de chistes imposiblemente nerds con referencias explosivas a la cultura pop. Volver al Rickverso y a sus infinitos monstruos con testículos visibles es una alegría en la vida, y espero que estrenen el resto de la temporada lo antes posible.
Pros: Rick se pasa todo el episodio diciendo tiene que ir a cagar, lo cual, por supuesto, es realmente hermoso. Los nuggets schezuan. Las muchísimas líneas citables.
Cons: Que si no te dio risa, lo cual es tristísimo porque significa que no tienes sentido del humor y tu vida es horrible y vacía.
Veep (2012). Temporada 6.
Después del final de la quinta temporada de Veep, en la que Selina (Julia Louis-Dreyfus) llegó tan alto como pudo para caer de forma brutal y estrepitosa, la posibilidad de una siguiente temporada me parecía un absurdo, primero porque hace rato que Selina no es vicepresidenta, segundo porque su futuro se veía incierto y miserable el año pasado y, sobre todo, porque parecía que su historia ya había sido contada.
Qué equivocada estaba.
Las series de política, como The West Wing, suelen terminar cuando el protagonista completa su ciclo en la Casa Blanca. En la vida real, es rarísimo que la vida política de un norteamericano continúe después de esto, y la tradición dicta que después se jubilen, monten fundaciones de caridad o, como mucho, pasen su tiempo dando conferencias carísimas. Pero, claro, el ego de Selina Meyer no está para seguir tradiciones.
La sexta temporada de Veep, tan divertida como las anteriores, se enfoca en la vida después de la presidencia, mientras Selina y su equipo trabajan en torno a establecer un legado, a pesar de ser la Comandante en Jefe menos popular en la historia reciente. En esta temporada, Veep volvió a sus raíces, que quizá había perdido en la temporada anterior: cada acción de Selina & company es tan inocua en el gran panorama político como cuando era vicepresidenta. Y qué alivio.
Pros: La relación entre Selina y Gary (Tony Hale) nunca decepciona. Además, me he divertido un mundo con cómo Selina ignora olímpicamente, una vez más, un momento vital de la vida de su hija, Catherine (Sarah Sutherland). Todo lo que ha pasado con Jonah (Timothy Simons) esta temporada ha sido oro puro de la comedia.
Cons: Hace falta más Hugh Laurie en esta temporada. Siendo honesta, realmente hace falta más Hugh Laurie en todo.
Better Call Saul (2015). Temporada 3.
Si tuviera que usar una palabra para describir qué me hace volver a Better Call Saul, la respuesta sería inequívoca: morbo. No porque la serie sea difícil de ver y solo me mantenga la curiosidad; por el contrario, Better Call Saul, aunque ocurre en un tono completamente distinto a Breaking Bad, es una gran serie por virtud propia. Igual, es un ejercicio de morbo ver cuáles fueron las circunstancias que llevaron a que Jimmy (Bob Odenkirk), un tipo de buen corazón aunque con proceder dudoso, terminó convirtiéndose en ese ser sin escrúpulos llamado Saul Goodman.
En esta tercera temporada, en la que Jimmy finalmente se enfrenta a Chuck (Michael McKean), se empieza a esbozar exactamente cuál fue el camino, con las decepciones y traiciones que lo llevaron hasta ese punto. Todavía no sabemos cuál fue el incidente inductor, pero se hace más claro en cada capítulo... especialmente porque ya cada vez salen más personajes secundarios de Breaking Bad.
Pros: ¡Llegó Gus Fring! En general, cada par de capítulos reaparece algún personaje secundario pero vital en Breaking Bad, y ya se empieza a ver cómo se forjaron las alianzas del submundo de Albuquerque. Además, en lo que va de temporada, Chuck ha llevado bastante tabla, lo cual para mí es una maravilla porque creo que no odiaba tanto a un personaje desde Joffrey Baratheon.
Cons: Aunque siempre es un placer ver a Jonathan Banks como Mike Ehrmantraut, la verdad es que me ha parecido un tanto tedioso este silencio perenne durante toda la temporada, mientras espera o investiga gente. Sin embargo, me quito el sombrero ante las escenas con Gus Fring, a quien pasé dos temporadas empezando.
House of Cards (2013). Temporada 5.
En los pocos días que han pasado desde que Netflix sacó la más reciente temporada de House of Cards, he visto a varias personas quejarse de que la serie no tuvo el punch de temporadas anteriores. Después de la tercera temporada, que por mucho me parece la peor, desarrollé una teoría: como serie, House of Cards necesita encogerse para crecer y, sobre todo, necesita un adversario claro.
El quid de la quinta temporada, como lo fue de la tercera, fue la necesidad de Frank y Claire Underwood (Kevin Spacey y Robin Wright) de mantenerse en el poder. Cuando está en las esferas más altas, Frank flaquea: necesita un enemigo directo para hacer lo que hace mejor. Como no hay un adversario claro en esta temporada, se sintió la pata coja: Frank Underwood se pasa la temporada entera dando patadas de ahogado, midiendo mal cada paso, perdiéndose en su propia creación.
No pasa nada: después del final, queda claro quién será el enemigo en la próxima temporada.
Sin embargo, de partida hay que recordar algo inherente a la serie, y es que House of Cards va a ver a sus dos protagonistas caer en desgracia. No lo digo como posibilidad sino como absoluto: la casa de naipes, este reino de horror de los Underwood carente de cimientos, va a caer, y probablemente con toda la pomposidad de un Macbeth, en honor a sus bases shakesperianas.
Pros: El personaje de Patricia Clarkson, que es una especie de The Wolf de Pulp Fiction pero en versión política. Que Frank y Claire digan en voz alta, finalmente, que este cuento de la alternabilidad y los límites de períodos presidenciales no va con ellos.
Cons: Han pasado casi 25 años desde que salió Party of Five y Neve Campbell me sigue pareciendo una de las actrices más aburridas de la televisión, y ni en House of Cards se salva. Me hizo muchísima falta Mahershala Ali, pero entiendo que estaba muy ocupado siendo tremendo villano en Luke Cage y partiendo liga en Moonlight, así que se lo perdono, con la condición de que vuelva pronto. En general, la quinta temporada no fue tan impactante como anteriores, cierto, pero estoy convencida de que es un set-up para lo que se viene en la siguiente, que todavía no tiene confirmación oficial pero bien podría ser la última por como están las cosas.
Lo nuevo
13 Reasons Why (2017)
Esta fue la serie con la que empezó el bloqueo de casi dos meses en el blog. La vimos de un solo tirón el fin de semana en que salió (Rafa escribió al respecto por acá) y, bueno, como creo que le pasó a todo el mundo, me dejó en una especie de burbuja de depresión. El problema no era que no tuviera nada que escribir al respecto, el problema es que era demasiado: pasa que, cuando estaba en bachillerato, una de mis compañeras de clase se suicidó.
Escribir algo largo acerca de ver la serie desde esa perspectiva me parecía, primero, autocomplaciente y, segundo, irrespetuoso hacia quienes en vida fueron cercanos a ella. Sin embargo, me sería imposible separar 13 Reasons Why de mi propia experiencia, particularmente considerando el tratamiento tan preciso que le da la serie a las secuelas anímicas de un bachillerato en el que hubo un suicidio.
13 Reasons Why destaca entre las series adolescentes, primero, por su incidente inductor: gira en torno a lo que pasa en una comunidad después de un suicidio adolescente; y segundo, por su tino en mostrar el lado oscuro de una época tan transitoria y vital como es la adolescencia, sin llegar al tono melodramático e inconsciente de series como Beverly Hills 90210.
Además, destaca entre las historias reales de suicidios adolescentes por lo abierta de la historia: en realidad, los suicidios suelen ser un misterio para quienes quedan atrás, por la simple razón de que cuesta entender qué puede llevar a alguien a creer que no hay más salida que esa. Conceptualmente, 13 Reasons Why es explicación y consecuencia, haciendo hincapié en el efecto que tienen palabras y acciones en alguien cuando pasa por su peor momento.
Pros: El retrato honesto, aunque crudo, de lo difícil que es ser adolescente (y mujer), más aún en la época de las redes sociales. Las actuaciones de Dylan Minnette (Clay) y sobre todo de Katherine Langford (Hannah), que llegan a unas profundidades artísticas muy por encima de sus pocos años. Los personajes bien demarcados, conflictuados y tridimensionales, que sobreviven como mejor pueden en un ambiente casi imposible. Tony (Christian Navarro), que es algo así como una versión 2017 del Danny Zuko de Grease.
Cons:13 Reasons Why ha recibido muchas críticas por supuestamente glamorizar el suicidio y, aunque yo no tuve esa sensación al verla, claramente sí le pasa a algunos. En el último par de episodios hay algunas escenas desgarradoramente crudas, que, aunque me parece que la temática se manejó con mucho respeto, quienes sean delicados en cuanto a violencia pueden tener problemas graves con la serie. Finalmente, tengo problemas serios con el hecho de que la renovaron para una segunda temporada por dos razones: primero, porque ya contaron la historia de las 13 razones por las que se suicidó Hannah Baker; y segundo, porque seguir la historia más allá de donde termina la primera temporada solo puede terminar en frustración o fan service, no hay más opciones.
Dear White People (2017)
Cuando Netflix sacó el tráiler de Dear White People, serie que se enfoca en lo que sucede en una universidad Ivy League ficticia después de una fiesta blackface, hubo una ola de controversia de gente quejándose de que el tráiler era racista hacia la gente blanca. Mientras escribo esto, el tráiler tiene casi el doble de “dislikes” que de “likes” en YouTube, y una vista rápida a la sección de comentarios muestra montones de gente amenazando cancelar su suscripción a Netflix a causa de esta serie.
No sé si le pasa a todo el mundo, pero cuando yo veo gente lloriqueando en tal magnitud por algo tan nimio como una serie, me da el triple de curiosidad. Así que obviamente le entré a DearWhite People apenas salió, a pesar de no haber visto la película en la que está basada.
Dear White People tiene un detalle: los personajes son, en su mayoría, odiosos. Sus motivos para actuar son complejos y a menudo egocéntricos, sus formas de comunicarse son confrontativas hasta el punto de lo revoltoso, tanto del lado de los estudiantes negros (y, en general, de color) como del de los blancos. A final de cuentas, los personajes son todos gente profundamente privilegiada: independientemente del color de su piel, son personas que están en una universidad tan prestigiosa como costosa, lo cual de por sí significa ser parte de un club exclusivo.
Sin embargo, tras las capas de ridiculez y exageración casi caricaturesca de las dos posturas de Dear White People, con su comedia del absurdo y su ridiculización hacia los bandos, hay una verdad innegable: hay un problema racial anclado en lo cultural, en siglos de esclavitud y leyes Jim Crow, en encarcelación masiva de la gente de color, en perfiles raciales. Y la serie hace un trabajo excelente en navegar entre la exageración y lo verdaderamente vital: la conversación que tiene que abrirse, las formas de proceder que tienen que cambiar.
Pros: El humor mordaz, lleno de guiños a los extremos de la lucha norteamericana actual. El personaje de Rashid (Jeremy Tardy), un africano que estudia en la universidad y siempre está dispuesto a poner en su sitio a sus amigos gringos. La narración de Giancarlo Esposito. Toda la historia de Lionel (DeRon Horton) La forma humana y compleja en que se trata lo verdaderamente importante dentro de la conversación hacia una sociedad más igualitaria.
Cons: De nuevo, los personajes son, en su gran mayoría, profundamente odiosos. Pero, en esta época de antihéroes, dejar de ver series porque los personajes son odiosos es potencialmente perderse de cosas tan enormes como Breaking Bad o Mad Men.
Descubrimientos recientes
Lovesick (2014)
Llegué a esta serie británica gracias a Ana María, que la mencionó de pasada un día que hablábamos acerca de Crazy Ex-Girlfriend. Lovesick, originalmente llamada Scrotal Recall (es bastante probable que no la hubiese visto nunca si se hubiesen quedado con ese nombre), sigue la historia de Dylan (Johnny Flynn), un tipo de veintipico al que le acaban de informar que tiene clamidia, lo que causa que él responsablemente llame a todas las mujeres con las que ha tenido contacto sexual desde su último chequeo.
La serie transcurre mitad en el presente y mitad en el pasado cercano: en cada episodio, vemos las relaciones originales y cómo cada una de las mujeres con las que Dylan salió reacciona a que las contacte para decirles que podrían tener clamidia. Igual, es todo excusa: el corazón de la serie realmente yace en Dylan y sus dos mejores amigos, Evie (Antonia Thomas) y Luke (Daniel Ings), y cómo la relación entre los tres se ha desarrollado a lo largo de los años.
Lovesick es, básicamente, How I Met Your Mother en sus mejores momentos, solo que sin Marshall y Lily. Dylan, como Ted Mosby, es romántico hasta el punto del ridículo; Evie, como Robin Scherbatsky, es una mujer independiente que, aunque adora a sus amigos, no tiene tiempo para el romance; a Dylan, como a Barney Stinson, le rompieron el corazón de forma estrepitosa, lo que lo llevó a convertirse en un soltero empedernido siempre buscando cuadrarse a alguna(s) mujer(es). Como con Ted y Robin en HIMYM, Dylan e Evie se quieren pero nunca al mismo tiempo, nunca en el momento en el que podrían funcionar como pareja.
Sin embargo, Lovesick es honesto en cuanto a su pareja principal, y como espectador tienes siempre la invitación a esperar a que se junten y vivan felices para siempre: no hay una Madre/McGuffin. Se trata de una serie pequeña, simple, corta: apenas hay 14 capítulos, cada uno de media hora, se pasan rapidísimo.
En fin, Lovesick es más bien dominguera, encantadora y con muchísimo corazón.
Pros: Antonia Thomas, que además de ser inusualmente hermosa, es de estas actrices que con pelarte los ojos te dicen mil cosas. Todas las historias de Luke son divertidísimas y, por supuesto, Angus (Joshua McGuire), especie de mascota del grupo, y el personaje más peculiar de todo el elenco.
Cons: No se me ocurre ninguna, más allá de que tenga pocos capítulos. Es una serie simple y sin pretensiones que creo que disfrutaría cualquier persona que le gusten las comedias románticas.
El Ministerio del Tiempo (2015)
Cuando acababa de salir El Ministerio del Tiempo, Rafa vio el primer capítulo y habló maravillas de la serie, pero admito que a mí no me llamaba particularmente la atención ver una serie de fantasía española: mi contacto con la televisión ibérica eran los programas de concursos mega fastidiosos que ve mi abuela, y uno que otro bodrio tipo la miniserie Felipe y Letizia.
Después de ver el piloto, Rafa más o menos olvidó seguir viendo la serie, hasta que decidió hace poco y un día me senté con él a ver un capítulo. Quedé pegada: los guiones son divertidos y atrapantes, los actores son excelentes, y hay un esfuerzo esmeradísimo en crear ambientes y vestuarios precisos para cada época. A la serie se le nota el presupuesto, sí, pero sobre todo, se le nota el amor y la dedicación: está claro que la creó gente que ama el cine, la fantasía, la cultura pop y, sobre todo, la historia.
La premisa es que, en la época de Isabel la Católica, en España se inventó una forma de viajar por el tiempo, a través de un conjunto de puertas mágicas que llevan a días precisos de la historia. Tras este descubrimiento, España siendo España, obviamente se creó un instrumento burocrático para manejar la situación, que es como nace el Ministerio del Tiempo. Actualmente con base en la época actual, la misión del Ministerio como ente gubernamental es simple: que la historia de España se mantenga en su curso. La serie gira en torno a un escuadrón intertemporal de tres: Amelia Folch (Aura Garrido), la líder, especie de Hermione Granger catalana, del siglo XIX, y una de las primeras españolas en ir a la universidad; Alonso de Entrerríos (Nacho Fresneda), un soldado del siglo XVI; y Julián Martínez (Rodolfo Sancho), un enfermero del Madrid actual.
Con sus diferencias notorias, la serie me recuerda muchísimo a uno de mis Cartoon Cartoons preferidos: El Escuadrón del Tiempo (Time Squad), una comiquita casi olvidada que también se centraba en tres agentes intratemporales encargados de mantener la historia en su curso.
Pros: El shock cultural que tiene el soldado medieval Alonso con todo, desde ver cómo una mujer le da órdenes hasta la brujería que implica el funcionamiento de un horno microondas. Julián también es un personaje divertidísimo (además que el actor es muy guapo), bien criollo, con un humor serio y lleno de referencias culturales. Pacino
Cons: La serie no es de fácil acceso para quienes están fuera de España: yo tuve que usar un VPN para ver los episodios. Sin embargo, esto va a cambiar pronto: TVE hizo un trato con Netflix, bajo el cual van a subir la serie tan pronto la tercera temporada, que empieza esta semana, se termine de transmitir en España. Y mientras buscaba videos para este post vi que hay algunos episodios completos en YouTube.
Twin Peaks (1990)
Cuando salió Twin Peaks, yo tenía menos de seis meses de nacida, por lo que las dos temporadas originales claramente no estaban en mi lista de prioridades. Sin embargo, como fenómeno cultural siempre me ha llamado muchísimo la atención, y la única razón por la que no la busqué antes tiene nombre y apellido: David Lynch.
Faltaría más: nunca he dudado del arte de Lynch como cineasta. Incluso, cuento Blue Velvet como una de mis películas preferidas, y cada vez que he visto algo de Lynch he buscado tener la misma conexión que tuve al verla, para siempre terminar decepcionada. Pasa que no solo no conecto con la mayor parte de su cine, sino que de plano lo detesto a nivel gutural hasta el punto de querer arrancarme los ojos y ponerlos en vinagre; Inland Empire, la última de Lynch que intenté ver, significó pasarme tres horas y diecisiete minutos preguntándome “¿por qué coño sigo haciéndome este mal si ya sé la reacción que me produce?”
De nuevo, no pongo en duda la pericia de Lynch como artista: honestamente creo que es que yo soy muy estúpida para entender su cine. Pero entenderán mi reticencia a ver Twin Peaks. Pero, claro, mi curiosidad volvió mientras se acercaba el estreno del revival de Showtime, sobre todo después de ver que el elenco incluye a todas las personas famosas del entretenimiento angloparlante. Me prometí probar y ver el piloto.
Eso fue hace una semana, y ya llevo dos episodios de la segunda temporada. Felicítenme, que estoy orgullosa de mí misma: finalmente conseguí otra cosa de David Lynch que me da la misma sensación que Blue Velvet.
Pros: El humor negro, Kyle MacLachlan como Dale Cooper, la combinación de tramas hiper noveleras con el surrealismo característico de Lynch. El hecho de que es una serie de hace más de 25 años pero la forma de contar la historia parece sacada de una serie de HBO estrenada la semana pasada: Twin Peaks está tan claramente adelantada a su época que se siente como ver una clase de historia de la televisión.
Cons: Diría que no hay suficientes capítulos, pero ya por Showtime están solucionando ese problema.
The Fall (2013)
Lo he dicho antes: podría ver una película dedicada a que Gillian Anderson tome sopa por dos horas. Dejando de lado el hecho de que es hermosa y está decidida a no envejecer, me parece una actriz fascinante, con un toque increíble para los personajes crípticos y fríos. Quizá no he visto todos los episodios de The X-Files (hasta hace poco era poco común ver series episodio por episodio; uno agarraba lo que había en la tele y ya), pero Dana Scully sigue siendo uno de los personajes femeninos más icónicos de mi infancia, y cualquier episodio que vi, sin duda fue por ella.
The Fall, una producción de Irlanda del Norte cuyas tres temporadas están en Netflix, sigue la historia de un asesino en serie en Belfast con dos protagonistas: el asesino, Paul Spector (Jamie Dornan), y la líder del grupo policial encargado de atraparlo, Stella Gibson (Anderson). En ese sentido, la serie sigue la onda de producciones como No Country for Old Men y The Fugitive.
Quizá no sea la serie más rompedora en cuanto a premisa y ejecución, pero es un buen thriller fundamentado en personajes fuertes.
Pros: Anderson es una joya como Stella Gibbons, que viene a ser una especie de agente Scully al extremo y mucho más sexualizada. Dornan, que empezó esta serie antes de convertirse en Christian Grey, hace un muy buen trabajo como Paul Spector, aunque quizá haya ciertas notas a las que no llegue siempre. Como persona fuera de Europa, también me parece interesantísimo el insight a la burocracia de Irlanda del Norte, que es un sitio cuyo status como país (o más bien, parte de otro) me parece fascinante.
Cons: La tercera temporada sufre de un mal común en la televisión actual: el arco narrativo termina al final de la segunda temporada, pero la extienden a una historia completamente innecesaria: aunque la revela algunos detalles importantes del caso, a final de cuentas es más el daño que la tercera temporada le hace a una serie que antes fue brillante.